domingo, 29 de noviembre de 2009

Cerraste los ojos y te hundiste en el más ínfimo de los sueños. Por tu rostro estabas soñando algo muy bello o simplemente eres así de perfecto.
Tu cabeza apoyada en mi regazo y una mano sobre mi mano. Tus cabellos algo revueltos, como de costumbre. Tu piel tibia. Así se veía tu exterior,
una figura deseable, querible, amiga, semejante a un ángel. Cualquier persona que te viera en tal estado de pulcritud y simpleza se interesaría en vos.
Verte ahí me hizo recordar todo lo que vivimos juntos, las andanzas, los desengaños, las peleas, absolutamente todo. Las imágenes inundaron mi mente.
Tan presente en mi vida como imborrable en mi corazón. Decidí entonces analizarte interiormente, poder descifrar qué se ocultaba detrás de ese rostro falso
que tenemos todos, que nos impide mostrarnos tal cual somos. Ahí te traté de encontrar. Analicé cada aspecto de tu persona y llegue a una conclusión,
vos sos una excepción. Te mostrás tal como sos, no tenés el común y absurdo miedo de esconder tu verdadera identidad.
Eso es lo que me incitó a seguir husmeando en tus adentros. Otra vez forcé mis ojos para comprender lo que ven los tuyos. Por más esfuerzo que hice,
simplemente me choqué con tu realidad, solo con vos, como te conocí siempre. Era tan bella nuestra imagen que hubiera deseado retratarla pero sin alegarme
de tu lado. Comprendí que no quería distanciarme ni de tu cuerpo ni de tu alma, que deseaba con todo lo que comprendía a mi persona estar con vos el resto
de mi vida. Quería que jamás se acabe esa sensación, ese rose de pieles, esos aromas, esa imagen, ese sonido de silencio que decía tanto.
Todos mis sentidos estaban trabajando menos uno. Faltaba el gusto. Quería tener un recuerdo que satisficiera todos mis sentidos y sin probar tus labios
eso no ocurriría. Me acerqué casi sin pensarlo, salteando el obstáculo de nuestra amistad, no me contuve.
Sentía tu respiración tan cerca que parecía junto a la mía una sola. Cerré mis ojos y repose mis labios sobre los tuyos.
Era la eternidad, la lujuria, el momento perfecto. Todos mis sentidos en funcionamiento, inmortalizando el mejor momento de mi vida.
Ahí te conocí, eras
el amor de mi vida.

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